Esta entrada está dedicada e inspirada en mi sobrina, Guadalupe Herrera, pues este año ha estado indagando sobre su madre y su identidad ¿cómo era su mamá? ¿qué nos enseño?
La muerte inesperada o sorpresiva de Cinthia, resultó inevitablemente traumática y dolorosa por muchos años. En casa abundaban expresiones del tipo: "No le pude decir", "Y ahora que voy a hacer" y proyectos conjuntos truncados que tuvieron que reencausarse.
La vida sin sentido
Vivir para que viva
¿Cómo podemos ayudarnos?
- Introvisión: Es el proceso de "darse cuenta" indagar, qué tengo que aprender, cuál es mi tarea en esta vida, qué defectos o detalles tengo que corregir y qué proyecto quiero realizar. Al negarse a la propia experiencia de intimidad y unidad la persona termina por convertirse en su propio enemigo. Es por ello importante volver a reconectar con la experiencia interior.
- Terapia psicológica: Ampliar los horizontes y reducir lo que se desconoce de sí misma/o de manera progresiva. El punto de partida es aliviar el dolor o hablar de un dolor que no se expresa pero está latente impactando en nuestras vidas. La negación al contacto con la intimidad para evitar sentir la soledad de la pérdida, provoca una disociación del mundo y de sí mismo.
- Grupos de autoayuda: Son grupos que brindan apoyo, solidaridad y contención entre personas con una historia en común. Ayudar es estar dispuesto a escuchar y sostener los procesos internos del otro cuando demanda ayuda.
- Esencias florales: Las esencias florales actúan sobre las emociones de las personas como remedios que facilitan la liberación de emociones estancadas en los chakras (centros energéticos).
- Reiki: Es una herramienta muy útil para superar el duelo, ya que ayuda a liberar las emociones atrapadas y a equilibrar los centros energéticos del cuerpo. Pues alivia el dolor físico y el sufrimiento emocional, reduce el estrés y ayuda a conciliar el sueño. Además, fortalece el sistema inmulogógico.